lunes, 28 de marzo de 2011

El aprendizaje de la libertad y la responsabilidad a través del ajedrez

En varios países se ha desarrollado y estimulado el ajedrez desde la escuela. Las clases de ajedrez se han impartido en los colegios como actividad complementaria a las asignaturas convencionales. Estas experiencias han arrojado una conclusión unánime: la práctica del ajedrez es beneficiosa para el intelecto y la personalidad.

No son necesarios complicados racionamientos, ni recurrir a experimentos hechos sobre este particular para descubrir las virtudes pedagógicas del ajedrez que alaba la UNESCO. El niño, cuando aprende ajedrez, aprende importantes lecciones:

1ª.- Hay que pensar las cosas antes de hacerles.

Durante la partida de ajedrez el jugador ha de evaluar la posición de la piezas en el tablero, pensar planes a partir de aquella evaluación y pensar el modo de ejecutarlos con eficacia y todo ello contando siempre con los planes y contraplanes del otro jugador.

2ª.- Antes de tomar una decisión hay que prever las consecuencias que tiene. 

Antes de empezar la ejecución de nuestro plan debemos ser conscientes de adonde nos conduce.

3ª.- Una vez que se ha hecho algo, hay que afrontar lo que nos ocurra después. 

El niño que juega al ajedrez pronto toma consciencia de que los resultados de sus partidas dependen de su esfuerzo. Por ende, aprende que también de éste dependen sus resultados académicos y sus logros en otras facetas de la vida.

Estas tres lecciones son, quizá, las más importantes que debemos enseñar a los niños, para que paulatinamente dejen de serlo y lleguen a ser adultos libres y responsables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario